jueves, abril 06, 2006

(sigh)

De libélulas y misticidades varias, y magos y sueños de arena, y rosas amargas y quejíos desde los orcos, desde los leteos y espirales subterráneas donde construye la pluma agrestes y densas sentencias que traten de definir el oneirismo con el que intenta esbozar identidades propias. Ella intenta seguir, intenta ir hacia las letras de nuevo, hacia las alas del deseo (el más cruel de los infiernos) con las que atrevidamente encara un peligroso destino en cortes de dolor, sangre y belleza, lugar precisamente donde enfrenta a sus diablitos de fin de semana, de quienes empero se ha nutrido a lo largo de incontables noches de angustia existencial junto a su sombra, tan enamorada hasta los tuétanos del desvelo en horarios irreverentes.
Al fin, ya de pie desde las catacumbas, letras y élitros dan paso al poeta, al inconsciente, al visionario y presumidamente atildado, al iconoclasta solitario.
Hoy madrugada, cuelga la pluma sus máscaras y desnuda su verbo a través de estas teclas ante tu despiadada e impía mirada, querido extraño, querido lector.


Gracias engel, gracias Lila por sonreír y por ser.


the magus


Febrero 11, 2006. 22h30

j

Era de noche, era la tersura inverosímil de tus dedos, dedos que se deslizan a lo largo de mi ansiedad y de la arquitectura de mis mitos que no encuentran entendimiento entre las personas sino sólo en ellos mismos, en lo tetro de mi encierro y mis idiosincrasias. Eran tus pisadas que persiguen a mis sombras escarlatas y al soplo ignífero que enciende estas palabras en horas prohibidas. Son tus ojos que evocan la psicodelia citadina del deseo. Es tu silencio que desespera, inherente a mi urgencia por encontrarte, y son mis recuerdos de tus líneas en contraluz que relampagueantes, sin orden cronológico ni aparente relevancia, confabulan para recordarle algo a ese ego que le encanta volar, al alma cuellierguida e insolente que inconscientemente suspira delirios de felicidad, conspiran para recordarle algo parecidísimo a tu ingenuidad tan irresistible y tan tuya, a todo lo que veo dentro de tus ojos, a tu sonrisa que obliga a los cuerpos y superhombres sobrecelestiales a caer fragorosos para su contemplación, a tus harpados susurros, a lo que conjuras y mueves dentro de mí como la ubicuidad de mis ojos en búsqueda de vida en capítulos de inercia cotidiana (cuenta mi inconformismo), como el mirarte de cerca, inhalar profundo y cerrar los ojos, como el decirte que haces que me aferre una vez más, que suspire una noche más en agitadas ascuas, enhebrando sueños y metáforas para despertar, y que me cole en los sueños de otros, cazando esperanzas, una vez más…