domingo, marzo 30, 2014

Luz bella

El amor por lo profano, por lo contrario, por lo antiprotocolario... sabia luz del averno que llevas en tu espalda castigos sin sentido y secretos envueltos, toma mis pupilas y renace en mí, devuelve a mis músculos el coraje, infusióname, medícame, infíltrate en mis rosarios y dedos, déjame sentirte detrás de mi cuello, llévate este miedo y dame uno nuevo, luz de envidia.

Llévame en tus escamas, cuenta mis segundos y el tiempo dentro de mí, mientras la piel se desliza buscándote en lenguas muertas y matices olvidados, luz de las hordas negras.

Mírame desgarrar tendones, muñones y gargantas; me arrastro con mis letras talladas en la espalda, dejé mis entrañas y mis carnes, las veo de lejos -luz sin alma, la que nunca descansa- para ser tuya...

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domingo, marzo 02, 2014

Penumbra y esplendor: La psicodélica experiencia del todavía – Parte III

(Penumbra)

Dícese de los umbrales cruzados, de las ánimas conocidas en el camino, que hay que saber delucidar cuáles son reales, es decir cuáles son de luz, y también cuáles son dulces pero enceguecedoras y peligrosas distracciones, cuáles son lagartos disfrazados de corderos, depredadores de almas, famélicos y catadores de miedo y debilidad.

En materia de realidades ambiguas y de entidades que juegan entre dos o más planos, puedo compartir que he cruzado umbrales varios, umbrales muchos y, así mismo, he sucumbido ante el encanto insidioso de ánimas negras, esas de energía densa, consideradas también vampiros de energía, ‘peligrosas distracciones’ justamente. Tal vez esas experiencias incidieron en mi proceder por haber abandonado a los cuatro pilares de mi vida, aquellos que me han necesitado tanto, que todavía me necesitan, porque además, huí de mis temores, de mis lamentos y de mis propias preguntas.

Para ese chuchaqui negro –el que justamente te dejan las ánimas de ese tinte–, descubrí finalmente que no hay cosa mejor que recorrer y acampar en casitas de silencio en el desierto. Allí, también descubrí que se puede intimidar a los miedos propios y hacerles frente de verdad. Entonces, vi la posibilidad de desgarrar a los míos y removerlos de mis órganos más vitales. Sé que se aíslan y se anidan en las piezas más grasosas de mi cuerpo, las que más retienen información de mi pasado, sin esperanza ni consciencia ante el futuro –aunque el futuro en realidad no existe–.

Al cabo de todo ese peregrinaje, encontré que no se trata de huirles, sino de alejarse de las dulces y peligrosas distracciones, esas que pretenden siempre desangrar la esperanza y debilitar cuerpo, mente y espíritu. Debo reconocer, sin embargo, que se habían convertido en su momento en mi sabor favorito.

Épocas después, después de todas las entidades danzarinas de mi pasado, después de todos los ‘perfectos’ extraños, de todos los que fueron perfectos una sola vez y nunca volvieron, también tomé otra decisión: volver a los estándares de Luz y Obra.

Así que estoy caminando ese camino, ese líquido camino quirúrjico para extirpar mis miedos, y en paralelo, para devolverle el favor a la gente, a los que me lo dieron todo.

(Esplendor)

Digo hoy y siempre “esplendor”, porque es el omega de la penumbra; porque cuando se es ánima de luz y embajador de esperanza –que creo que merece el perdón por su propio olvido y por su flaqueo ante cualquier amenaza– siempre se renace; porque luego de la desesperanza siempre se despierta con esa justa y necesaria cuota de quechuchismo existencial; y porque siempre, siempre… amanece.

Salú :)

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