domingo, enero 31, 2010

Comisura sangrante

"Hoy me siento de cara frente a mi propio reflejo y no siento más que aversión". La noche anterior, Matilde fue víctima de su propio diablo hematófago, del demonio blanco que lleva por dentro. Fue un escandaloso encuentro con la esposa del Sr. Krall lo que le trajo su despertar hacia la oscuridad más negra de la que siempre huye, de la que niega como esencia: "Sólo la idea de que ella te toque me vuelve loca, me trastorna, me desestabiliza, hace que me vuelva insensata, como un animal", le dijo entre sollozos y arrepentimientos.

"Esto es lo que soy, un animal voraz y vengativo, pero sobre todo, que protege a toda costa a quien ama", se justifica luego. "Ojalá puedas entender aunque sea una pizca de eso, antes de dudar si te amo...".

Finalmente, se resigna, se acepta, se lamenta y se ve en el espejo de su presente y futuro: "Gracias a ti me di cuenta de que soy incapaz de tener una relación, por cuanto no sé cómo ser la mujer de alguien sin ser la torpe que soy. Por ti ahora sé que no puedo amar, que no tengo la capacidad de hacerlo, que si puedo darle luces al mundo sería sólo a través de lo que hago, de mi trabajo, ya que en aquella otra área estoy tan... dañada, tan golpeada, que a todo al que intente tocar termino infectando con el veneno de mi demencia".

"Je t'aime comme un fou, comme un soldat, comme une star de cinéma... comme un loup, comme un roi, comme un homme que je ne suis pas..."

(suggested bgm: Je t'aime)

Si de algo sirve, "te amo como un loco, como un soldado, como una estrella de cine... como un lobo, como un rey, como el hombre que no soy..."


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martes, enero 26, 2010

le temps dètruit tout...

"le temps detruit tout...", le susurró Gaspar al oído de Matilde... "El tiempo lo destruye todo...".
"Y lo hace...", destila ella de sus pensamientos, reflexiva, silente, pero tan intensamente ansiosa por dentro como el resplandor de mil soles... "Incluso los cuentos nihilísticos como el de mi propia vida... Incluso a Rafael y al Sr. Krall... Incluso al amor...".

Ahora, se rectifica: "qué estupida yo, qué trivial. Qué palabrita aquella, tan ridícula, ridícula como Diana, imbécil esa, que se quiere casar para sentirse 'emancipada'... Su vida es una muerte que camina con la velocidad de un cigarrillo apagado esperando por descomponerse por sí solo".

Pero hay algo que Matilde no quiere admitir. Su mayor temor. Y es que el Sr. Krall es algo que irrumpe en su calavera a horas impertinentes (aunque para alguien así de noctámbulo y nictálope como Matilde, no hay horas impertinentes), seductora pero demasiado lentamente, algo así como "una muerte que camina con la velocidad de un cigarrillo apagado esperando por descomponerse por sí solo", algo así como una exquisita tortura sadomasoquista.

Hay tantas cosas que a Matilde le enamoran del Sr. Krall. Y aunque en menor pero de importante medida, hay cosas de él que ella desearía creer de sí misma. Después de todo, de algo está segura respecto a las cosas que quiere: que no consideraría ni en sus pesadillas más escalofriantes el involucrarse con alguien a quien no admire profundamente.

"Cuál entonces es tu temor?", pregunta Gaspar. "Que yo no sea intelectual, artística y físicamente tan deseable como él es para mí", responde la pluma de estos diarios quemados.

"Estoy aterrada...". Su segundo y mayor temor. "Porque lo conocí... y ahora sé que él existe, que hay alguien como él allá afuera... y no puedo ser suya...".


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