viernes, agosto 30, 2013

Plastilina

Dícese del buen centinela que por definición también es raudo como flecha. El escribiente que registra debe ser furia con celeridad, pronta respuesta, can propositivo.

Guido se encontraba de paso en una ciudad sudamericana, y le llamó la atención el hecho de que había un pendejito de ocho que no jugaba pelota tal como el resto lo hacía. "De pelado siempre fue así", recordaría su madre veintidós años después, todavía teniéndolo en su casa, "huésped de hotel que no paga un coño, pero al menos hace deporte. Corre como gacela y escribe como poeta loco".

Era Otto, que siempre quiso crecer entre pinceles y nómadas sin rumbos. Encontró su destino cuando conoció a Nietzsche, a quien leyó por primera vez a los dieciocho. Luego se fue de la casa.

Guido y Otto se hicieron amigos antes de etapa madura. El primero, más viejo, fue su maestro de vida y cáliz de degeneración. Otto llegó a creer en la consciencia universal de lo deformable, en la plastilina como la idiosincrasia de un hombre, una mujer o una colectividad, que creyó capaz de darle forma, como fundador, como degenerador y reformador. Fue líder intimimador en su trabajo, contra todo pronóstico de su madre, quien lo creyó buena parte de su vida incompatible socialmente y "blandengue".

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