domingo, julio 14, 2013

Ánima admirable (El caballero de Salango - segunda parte)

Sí. Volvieron a verse. Luego se frecuentaron varias veces. Entonces, él pudo conocer la promesa de algo más... una joven y bohemia poetisa aún no descubierta, que cree ferozmente en que “pinceles derriban paredes”. Exclusiva. Formidable. Clásica.

La noche previa a su primer beso:

Caballero: Me hubiese encantado que vengas hoy. Quería berte. Con ‘b grande’.

Matilde: No podía salir de mi casa. Se me perdieron las llaves. Y no quiero que me ‘beas’. (Risas).

-¿Oh sí? ¿Y eso por qué? ¿Porque  tengo ojos grandes y saltones? ¿Porque tengo manos útiles y carismáticas? Y en el lugar de donde vengo no creemos en cosas como llaves ni en artificios de su sociedad de consumo. Ni en la post modernidad o la post humanidad.

-Vaya. ¿Cuál de todos es tu planeta?

-Solo somos. Y creamos. Y sentimos. Y replicamos. Y ejecutamos. Y acabamos. Y volvemos a empezar. Y logramos. Y logramos hacer sentir y acabar.

-Hacer sentir y acabar, toda una hazaña vesicular y digna de reconocimiento. ¿Creen en las piedras y palos?

-Sí, mas no en las paredes.

(Hechizo)

-Acción pura en tu planeta, entonces. Nada de divagaciones ni derivados.

-Hacer sentir y acabar es renacer y revertir procesos necesarios de revertir. Y entonces explotan en luces, a veces en lágrimas de felicidad. Le decimos “delicioso”.

-Parece una delicia. Suena como tal.

-También tú. Te he estado observando desde hace algún tiempo. Lo que ustedes llaman ‘ángeles’ son seres que envidian a personas como tú. Porque pueden sentir sin miedos. Porque no juzgan ni son hipócritas. Porque no le temen a estar vivos ni a sentir las emociones más intensas. Por eso también me pareces un ánima admirable.
En mi mundo no besamos. Nuestra forma de hacer sentir es distinta. Y me encantaría probarlo contigo. Eres la criatura idónea, cuasi mitológica pese a tu edad física. Tu edad cognoscitiva es diferente, no es concomitante a los años que tienes de vida, adelantada a tu tiempo…
Todo lo que sabes. Todo lo que eres. Todo lo que transformas. Y todo lo que permutas. Polvo que se convierte en oro. “Silentium est aureum”, como decían tus ancestros pensadores. Lo has trabajado todo desde el silencio.
Te veré en el sol, o al filo de tu astro favorito, dulce generadora de vicios, manufacturera de la droga a la que es adicto todo buen soñador.
Te mando un beso digital, hasta robarte uno que se sienta célico…

(Hechizo)

El beso a la noche siguiente... sin duda, un viaje sinigual. OST: ‘Your tiny mind’…

(69)

 (Con contribución literaria de DaDanis Vesicular)