viernes, junio 28, 2013

lunatic high

La luna me volvió así. De memoria indeleble, luego deleznable. Me deformó. Me reformó. Me devolvió la luz. La esperanza. La autosuficiencia. La reminisciencia. La inconsciencia.

Luego me quejé. Le dije al dios sol que no me la creía, y que ponga a la luna en cuarentena.

Luego salí a cazar. Y me di cuenta de que siempre amaría lo apolíneo y que siempre lo necesitaría, porque cazar de día no es lo mismo que hacerlo en la maraña de las tinieblas.

Pese a mi inconformismo totalitario y pese a la dictadura del astro rey, 'das monde' nació para ser adorada. Pero se lo he contado en más de una noche. Nací erradamente en la era del perro, porque no tengo madera más que de canalla. Solo soy de los rasguidos en la espalda de una que fue, y de una que algún día será.

Una trompeta ronca y la merluza de un poeta esquinense que nunca supo matarse. El acero frío de la baranda pasando el puente de los lamentos y de los noctívagos, allá pasando el canal, pasando el callejón envenenado por los delirios de un motivador de profesión. También le llaman corredor de sueños. Sí, sí, igualitico que el de bolsa pero más bonitico. Dos de tres... dos de tres... Esto se llama ¡'sencilla si bemol'!, o también, boludez post lunática...

(70)